Microsoft continúa intensificando su campaña para que cientos de millones de usuarios de Windows 10 actualicen sus equipos, ofreciendo la actualización a Windows 11 de forma gratuita. Sin embargo, más de 700 millones de personas siguen utilizando la versión anterior del sistema operativo, lo que plantea serios desafíos para la compañía. Además, existe una línea roja preocupante: millones de computadoras no son compatibles con la nueva versión, lo que pone en riesgo la seguridad de los usuarios.
Aunque se estima que unos 240 millones de equipos no cumplen con los requisitos de hardware necesarios —entre ellos, el chip de seguridad TPM 2.0—, la cifra real podría ser considerablemente mayor. Esta característica técnica se ha convertido en el principal factor que determina qué equipos pueden o no acceder a la nueva versión del sistema operativo.
Durante esta semana, Microsoft ha intensificado sus esfuerzos para destacar las ventajas del chip TPM 2.0, el cual mejora significativamente la protección del sistema frente a amenazas cibernéticas. Esta insistencia forma parte de una estrategia más amplia para convencer a los usuarios de dar el salto a Windows 11 antes de que venza el soporte oficial de Windows 10, previsto para el 14 de octubre.
A pesar de estos retos, la empresa ha recibido una buena noticia en su mercado más importante: Estados Unidos. Según los datos más recientes de Statcounter, por primera vez hay más usuarios estadounidenses utilizando Windows 11 que Windows 10. En febrero, solo el 42 % de los usuarios en EE. UU. había migrado a Windows 11, pero para marzo ese número ya había subido al 54 %. En el mismo periodo, la cuota de Windows 10 cayó del 66 % al 44 %.
Este avance representa un hito importante para Microsoft, que ahora enfrenta el desafío de replicar este éxito en otras regiones clave. En Europa, por ejemplo, Windows 10 aún domina con un 55 % del mercado, mientras que Windows 11 solo alcanza el 42 %. El ritmo de adopción es lento y preocupante, considerando la cercanía de la fecha límite.
La situación es aún más crítica en Asia, donde más del 60 % de los usuarios sigue utilizando Windows 10. Este estancamiento podría poner en riesgo a millones de personas, ya que Microsoft ha advertido que los equipos que no se actualicen podrían quedar expuestos a brechas de seguridad, robo de identidad y otras consecuencias graves.
El mensaje de Microsoft es claro: actualizar no es solo una cuestión de tener la última versión, sino de garantizar la seguridad y estabilidad de los dispositivos. La compañía espera que los usuarios en el resto del mundo sigan el ejemplo de Estados Unidos y tomen la decisión de actualizar antes de que sea demasiado tarde.